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“¿PodrÃa concebirse esta nueva etapa de la emancipación de América como el cotejo de dos fuerzas locales luchando por el poder en un territorio dado? Evidentemente no, la lucha será a muerte entre todas las fuerzas populares y todas las fuerzas represivas.
Los yanquis intervendrán, por solidaridad de intereses y porque la lucha en América es decisiva. Lo aran con todas sus fuerzas, además; castigarán a las fuerzas populares con todas las armas de destrucción a su alcance; no dejaran consolidarse al poder revolucionario y, si alguno llegara a hacerlo, volverán a atacar, no lo reconocerán, trataran de dividir las fuerzas revolucionarias, introducirán saboteadores de todo tipo, intentaran ahogar económicamente al nuevo Estado, aniquilarlo, en una palabra.
Dado este panorama americano, consideramos difÃcil que la victoria se logre en un paÃs aislado. A la unión de las fuerzas represivas debe contestarse con la unión de las fuerzas populares.
En todos los paÃses en que la opresión llega a niveles insostenibles, debe alzarse la bandera de la rebelión y esta bandera tendrá, par necesidad histórica, caracteres continentales.
La Cordillera de los Andes está llamada a ser la Sierra Maestra de América, como dijera Fidel, y todos los inmensos territorios que abarca este continente están llamados a ser escenarios de la lucha a muerte contra el poder imperialista.
No podemos decir cuando alcanzara estas caracterÃsticas continentales, ni cuanto tiempo durara la lucha, pero podemos predecir su advenimiento porque es hija de circunstancias históricas, económicas, polÃticas, y su rumbo no se puede torcer.
Frente a esta táctica y estrategia continentales, se lanzan algunas formulas limitadas: luchas electorales de menor cuantÃa, algún avance electoral, por aquÃ; dos diputados, un senador, cuatro alcaldÃas; una gran manifestación popular que es disuelta a tiros; una elección que se pierde por menos votos que la anterior; una huelga que se gana, diez que se pierden; un paso que se avanza, diez que se retroceden; una victoria sectorial por aquÃ, diez derrotas por allá. Y, en el momento preciso, se cambian las reglas del juego y hay que volver a empezar.
¿Por qué estos planteamientos? ¿Por qué esta dilapidación de las energÃas populares? Por una sola razón. En las fuerzas progresistas de algunos paÃses de América existe una confusión terrible entre objetivos tácticos y estratégicos; en pequeñas posiciones tácticas se ha querido ver grandes objetivos estratégicos. Hay que atribuir a la inteligencia de la reacción el que haya logrado hacer de estas mÃnimas posiciones defensivas el objetivo fundamental de su enemigo de clase.
En los lugares donde ocurren estas equivocaciones tan graves, el pueblo apronta sus legiones año tras año para conquistas que le cuestan inmensos sacrificios y que no tienen el más mÃnimo valor. Son pequeñas colinas dominadas por el fuego de la artillerÃa enemiga. La colina parlamento, la colina legalidad, la colina huelga económica legal, la colina aumento de salarios, la colina constitución burguesa, la colina liberación de un héroe popular… Y lo peor de todo es que para ganar estar posiciones hay que intervenir en el juego polÃtico del estado burgués y para lograr el permiso de actuar en este peligroso juego, hay que demostrar que se puede estar dentro de la legalidad burguesa. Hay que demostrar que se es bueno, que no se es peligroso, que no se le ocurrirá a nadie asaltar cuarteles, ni trenes, ni destruir puentes, ni ajusticiar esbirros, ni torturadores, ni alzarse en las montañas, ni levantar con puño fuerte y definitivo la única y violenta afirmación de América: la lucha final por su redención. ”
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Táctica y estrategia de la Revolución Latinoamericana
Octubre-noviembre, 1962
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Publicado en CONSTRUYENDO N° 50. Octubre de 2013